La frase "no tengo dinero para comprar barato" es cierta en muchos casos, pero sin duda cuando se trata de crear una empresa o un negocio. Muchos "ahorran" dinero en un abogado (ya sea dando el paso crucial de crear una empresa sin abogado o dándolo con un abogado que no sabe de sociedades o con un abogado que conoce el ámbito societario, pero carece de experiencia en la representación ante los Tribunales en litigios de accionistas) y se encuentran después con que se ven obligados a pagar caro ese "ahorro". En el mejor de los casos, las partes financian a sus abogados litigantes y, en el peor, llegan a la decisión empresarial de que no merece la pena "invertir" en litigios.
Establecer una empresa israelí es hoy en día un proceso muy fácil. Casi cualquier abogado joven sabe cómo hacer que el cliente firme el montón de documentos estándar necesarios para la constitución de la empresa, documentos que incluso se pueden encontrar en Internet: un conjunto básico de documentos que a veces parecen una cuestión de procedimiento intrascendente. Los empresarios están más interesados en la parte comercial y, por lo tanto, no necesariamente quieren "invertir" en acuerdos adaptados a sus necesidades o utilizar los servicios de un abogado que esté familiarizado no sólo con la parte de la creación de la empresa, sino también con la experiencia personal en la creación y gestión de una empresa comercial, así como con la experiencia práctica en la representación ante los tribunales en casos relacionados con disputas de accionistas - un abogado que pueda preparar para ellos estatutos y acuerdo de accionistas, cada uno de los cuales puede ayudarles a hacer frente a crisis empresariales o desacuerdos de accionistas, algunos de los cuales son impredecibles en el momento de la constitución.
A menudo, tras el inicio de la actividad empresarial, resulta que existen lagunas en la comprensión del negocio o que futuros acontecimientos extrínsecos requieren una referencia a los estatutos, como la quiebra de uno de los accionistas o incluso una oportunidad de negocio que requiere financiación pero las partes no pueden tomar una decisión debido a la ausencia de procedimientos en los estatutos de la sociedad o el acuerdo de accionistas. En esta fase, las partes descubren que el "ahorro" financiero al constituir la empresa y su elección de no "invertir" en documentos societarios completos, ahora costaría mucho más. La empresa se constituyó sin abogado o con un abogado sin experiencia en la materia y ni el pacto de accionistas (si existe) ni los estatutos contemplan estas cuestiones. A menudo, en esta fase ya existen desacuerdos materiales y las cuestiones se convierten en un verdadero litigio que pone en peligro real la actividad de la empresa. Los abogados litigantes pueden muy bien ser los únicos que se beneficien de la empresa en esta fase.
El éxito de una empresa depende, entre otras cosas, de su capacidad para tomar decisiones y gestionarla. Por lo tanto, es vital que los estatutos de la sociedad y el acuerdo de accionistas se ajusten a las dimensiones de las partes y los objetivos de la empresa, y que el "ajuste" lo realice un abogado que no sólo tenga la visión empresarial correcta, sino también experiencia en litigios de accionistas, para que el abogado pueda incluir en los documentos los acuerdos adecuados. Si bien se trata de una inversión en una fase en la que la empresa aún no genera ingresos, al igual que cualquier estructura, sin unos cimientos sólidos la estructura puede derrumbarse en algún momento. Cabe señalar que si una empresa necesita ser incorporada con prisa para comenzar de inmediato en el negocio, se puede establecer una empresa con los documentos estándar, pero es importante sentarse rápidamente con un abogado con conocimientos en el campo con el fin de adaptar los artículos adecuados de asociación e incluso un acuerdo de accionistas para reemplazar los documentos estándar tan pronto como sea práctico.